"—El dilema no es literatura social y literatura individual, muchachos... El dilema está entre lo grave y lo frívolo. Cuando mueren niños inocentes bajo las bombas en el Vietnam, cuando son torturados los seres más puros en las tres cuartas partes del mundo, cuando el hambre y la desesperación dominan en la mayor parte del mundo, comprendo que se clame contra cierto tipo de literatura... Pero contra cuál, muchachos... Contra cuál? Pienso que existe todo el derecho a rechazar el juego frívolo, el mero ingenio, la diversión verbal... Pero debe tenerse cuidado de repudiar a los grandes y desgarrados creadores que son el más terrible testimonio del hombre. Porque también ellos luchan por la dignidad y la salvación. Sí, es cierto, la inmensa mayoría escribe por motivos subalternos. Porque busca fama o dinero, porque tiene facilidad, porque no resiste la vanidad de verse en letra de imprenta, por distracción o por juego. Pero quedan los otros, los pocos que cuentan, los que obedecen a la oscura condena de testimoniar su drama, su perplejidad en un universo angustioso, sus esperanzas en medio del horror, la guerra o la soledad. Son los grandes testigos de su tiempo, muchachos. Son seres que no escriben con facilidad sino con desgarramiento. Hombres que un poco sueñan el sueño colectivo, expresando no sólo sus ansiedades personales sino las de la humanidad entera... Esos sueños pueden incluso ser espantosos, como en un Lautréamont o un Sade. Pero son sagrados. Y sirven porque son espantosos."
Abaddón el exterminador
Sabato