International Computers está dispuesta a prestar a los empleados nuevos la entrada para una casa modesta. En otras palabras, con un golpe de bolígrafo podría convertirse en propietario (¡propietario, él!) y por tanto comprometerse a pagar una hipoteca que le ataría al trabajo durante los diez o quince años siguientes. Dentro de quince años será viejo. Bastaría una decisión precipitada y habría renunciado a su vida, renunciado a cualquier oportunidad de convertirse en artista. Con una casita en propiedad en una hilera de casitas de ladrillo rojizo sería absorvido sin dejar rastro por la clase media británica. Lo único que haría falta para completar el cuadro serían el coche y la mujercita.
J. M. Coetzee
Juventud