El padre de Patisha se llama Samuel, en aquella época que fue hace unos quince años, él nos sale a encontrar en el camino y nos lleva a su casa, estaba llorando Patisha y le preguntamos a Samuel que qué tenia y dice que tenia calentura… que no pues nuai nada, en el pueblo nuai nada… le toque la frente y estaba ardiendo, no le bajaba la temperatura y al poco tiempo dejó de respirar… entonces fue la rabia y la impotencia de saber que se podía haber curado con una pastilla y el que no estuviera esa pastilla costó la vida de una niña. Nunca existió para nadie esa niña, ni siquiera alcanzó ser una cifra en las tasas de mortalidad de este país, no está allí tampoco, que no nació. Esa es la imagen de los niños indígenas: son no natos, van a nacer, se van a morir antes de los cinco años o a lo mejor la van a librar, pero nunca van a existir, para la sociedad nunca van a existir.
Sub Comandante Marcos
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Entonces sigo tocado, no me sale de la cabeza “Una dosis letal de pobreza”: El hambre /3. Leo y releo y después el artículo de opinión firmado por Carlos Dada “Maldita pobreza” me dobla más, me jode más: por fin un gran periodista subjetivamente = humanamente opinando, por fin!!!! La historia de Patisha es la misma tragedia de los hermanitos Siliézar, la misma de nosotros los pueblos latinoamericanos. Ojalá y Carlitos Dada, así como está de tocado por la “Maldita pobreza” se nos volviera el “Sub Comandante Carlos” y yo me fuera con él, junto con otros trastocados que me sé, levantando montañas de arena en la Comunidad Las Cañas para establecer allí nuestra Candona. Don Carlos Dada, señores de El Faro, una vez José Coronel Urtrecho le dijo a Eduardo Galeano: -No te preocupés. Así debe ser. Los que hacen de la objetividad una religión, mienten. Ellos no quieren ser objetivos, mentira: quieren ser objetos, para salvarse del dolor humano.” Este periodismo de ustedes amarrado al dolor humano es el verdadero periodismo.